lunes, 1 de noviembre de 2010

CIUDAD ALIMENTO

Por Angélica Maria Cuevas


Mirar la noche con ojos de reportera cuesta. Estar atento a la fuente que emerge de los sonidos y la algarabía reta la atención que suele adormecerse con la muerte del sol.

Las distracciones me rodean y no sé si escuchar, mirar, caminar, conversar de nada o reírme. Trato de afinar los sentidos y no perderme en los olores y los afanes de la madrugada de la plaza. Logro en esta lucha de intensiones llenar la libreta de apuntes y enfocar las imágenes a través del visor. Me encanta el rol de observadora nocturna, imagino en dónde terminará cada mango, plátano y piña que se mueven desde el camión a unos hombros y de allí se esparcen por las canastas que finalmente las exhibirán.

La Plaza Mayorista nace cada madrugada a eso de las tres cuando llegan todos los alimentos que provienen de los pueblos. Tanto alimento, todo proveniente de la naturaleza que combina bien con la cultura campesina que aún permanece en algunos lugares.

Las frutas y verduras van a mil de un lado otro, de hombro a hombro, este correcorre emociona más cuando se consciente de que afuera Medellín duerme. Estas imágenes hablan de una ciudad distinta, aún con aires rurales, una ciudad que huele a apio, zanahorias, coliflor y arena.

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